Los eventos de hoy han hecho que personas normalmente pacíficas estén hartas y sean más propensas a la violencia, yo incluido. Pero elijo nunca ir a la ofensiva porque este mundo no es mi hogar. Y me arrodillaré ante Dios y él me juzgará por lo que he hecho y lo que hay en mi corazón. Y no recibiré recompensas celestiales por perseguir la violencia terrenal, sin importar cuán justificada crea que está.