Esto no es mi fuerte y ni siquiera sé por dónde empezar a poner en palabras la pérdida que siento en este momento por el asesinato de Charlie Kirk. Charlie no era solo un amigo, era como un hermano pequeño para mí, y para millones de personas en todo el mundo, era una verdadera inspiración. Era uno de los hombres más valientes y con principios que he conocido, y vivía cada día con propósito. Su fe en Dios era inquebrantable, su amor por Erika era inspirador, y la forma en que adoraba y cuidaba de sus dos hermosos hijos mostraba el tipo de hombre que realmente era. Charlie dedicó su vida a algo más grande que él mismo. Luchó incansablemente por este país, por los valores que hacen grande a América, y por la próxima generación. El impacto que tuvo en los jóvenes —alcanzándolos en masa, dándoles valor para levantarse, para pensar por sí mismos y para luchar por la libertad— es inconmensurable. No hay duda de que el trabajo y la voz de Charlie ayudaron a mi padre a ganar la presidencia. Cambió la dirección de esta nación. Charlie nunca fue una amenaza para nadie. Era civil, era amable, escuchaba y respondía con respeto. La única "amenaza" que alguna vez representó fue que era increíblemente efectivo. Era un poderoso mensajero de la verdad, y la gente escuchaba esa verdad. Eso es lo que lo convirtió en un objetivo. Esta pérdida es absolutamente devastadora, no solo para Erika y los niños, sino para nuestro país. Hemos perdido a un líder, a un luchador y a un hombre cuyo carácter y convicción eran raros. Demasiado raros. Pensar que su vida fue truncada por un acto brutal, atroz y malvado es incomprensible. Es horrible y desgarrador. Momentos como este nos recuerdan lo frágil que es la vida. No podemos esperar para decirle a la gente cuánto significan para nosotros; no podemos admirarlos en silencio. Charlie sabía que era amado, pero quiero decirlo de nuevo: era un hermano para mí, y llevaré eso conmigo para siempre. Sé que el legado de Charlie no termina aquí. Invirtió en millones de jóvenes que llevarán adelante la antorcha que encendió. Construyó algo que perdurará más allá de él, porque estaba fundamentado en la fe, en la verdad y en el coraje. Y como su amigo, nunca lo olvidaré. Lo honraré amando con valentía, hablando la verdad sin miedo y continuando su espíritu de coraje. Su lucha vive en todos nosotros que lo amamos. Esta es una pérdida inimaginable. Para mí, para su familia, para todos los que lo amaron y para América. Descansa en paz, hermano. Te extrañaremos más de lo que las palabras pueden expresar, pero tu legado nunca será olvidado y seguiremos luchando la buena batalla.