El precio es lo más ruidoso de la habitación, pero también es lo menos estable. Si un artista comienza a vincular su autoestima a ello, terminará persiguiendo algo que no puede controlar. Lo que realmente importa es el trabajo en sí, el reconocimiento, la creencia, el significado que crea. Los precios suben y bajan, pero el arte y el impacto que deja atrás pueden sobrevivir a cada ciclo.
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