El horrible asesinato del activista conservador Charlie Kirk no fue solo el asesinato de un hombre, padre y esposo, sino también un asalto a la premisa y la práctica de la libertad de expresión en una democracia liberal. La violencia política es incompatible con una sociedad libre. Pero también lo es la censura. La Primera Enmienda protege el discurso ofensivo porque lo que cuenta como "odioso" siempre está en el ojo del espectador.