Hay una población de creativos talentosos que son desconocidos porque entienden las cosas más allá del umbral de confianza (después del cual cuanto más sabes, más te das cuenta de que no sabes sobre ello), así que las únicas personas que hablan y escriben sobre un tema son los individuos ruidosos, seguros de sí mismos y motivados comercialmente que solo conocen la mitad (o menos) sobre el asunto. No es que el creativo que tiene una chispa no quiera ganar dinero o sea demasiado bohemio, vanguardista o tonto para encontrar una manera de hacerlo, es que saben que lo que su talento está destinado a, en su totalidad, es tan grandioso y hermoso que intentar poner algo de ello en lenguaje humano se siente imposible, y simplificarlo o democratizarlo de alguna manera se siente como una blasfemia. No es que crean que el capitalismo es malo o algo así, sino que cualquier intento de poner lo que entienden en una forma comercializable, pública y perceptible hiere su alma sabiendo que no estará ni cerca de la verdad.