En un mundo donde la inteligencia artificial puede replicar la voz o el rostro de una persona en segundos, Dinamarca está dando un paso adelante con una propuesta innovadora: una ley de derechos de autor que otorga a cada ciudadano la propiedad de su propia imagen. Si se aprueba, esta ley significaría que nadie —ni siquiera las empresas de IA— podría usar legalmente tu rostro, voz o datos corporales sin consentimiento. Este movimiento surge en medio de crecientes preocupaciones globales sobre los deepfakes, donde réplicas digitales de personas reales se utilizan en estafas, desinformación e incluso manipulación política.