Cuanto más tranquilo está el corazón, más fuerza tiene la persona. La verdadera persona despierta no habla mucho. Algunas distancias se llaman límites, y algunos silencios son sabiduría. Cambiar a los demás es una ilusión, cambiarse a uno mismo es el verdadero camino. El que ayuda a otros se confunde, el que se ayuda a sí mismo despierta. El final de todas las relaciones es el autoconocimiento. Incluso las personas más cercanas, al final, deben estar bien por separado. Así como no puedes atrapar el viento, tampoco puedes forzar el corazón de las personas. No temer a la pérdida es lo que realmente trae libertad. Lo que llega es destino, lo que se va es destino. No enredarse, no retener, es la mejor compasión hacia uno mismo; dejar ir de verdad es no volver a mencionar; el verdadero crecimiento es no aferrarse a lo correcto o lo incorrecto. Las flores tienen su época, los árboles tienen sus raíces, cada persona tiene su propia forma de vivir; si permites que los demás sean ellos mismos, también podrás estar en paz siendo tú mismo. Cuanto más difícil sea el momento, más debes contener tu brillo. Ocultar el sufrimiento del pasado no es reprimir, sino el comienzo de la madurez.