En un segmento revelador, la colaboradora del FEM Mariana Mazzucato, sin saberlo, describe el cínico libro de jugadas de la élite global. Ella admite que sus modelos no vacunaron al mundo, revelando una incompetencia de arriba hacia abajo. Ahora, están girando hacia la seguridad hídrica no solo por altruismo, sino porque es un caballo de Troya más efectivo para sus objetivos. Ella admite que el cambio climático es demasiado abstracto para generar un cumplimiento universal, pero todos entienden la sed. El agua, por lo tanto, se convierte en la herramienta perfecta para fabricar el consentimiento público para una mayor gobernanza global. El plan es enmarcarlo como un "bien común global" que requiere gestión internacional y una cuestión de interés nacional, lo que hace que la resistencia parezca ilógica. En última instancia, revela que este es un gran experimento: ¿pueden finalmente tener éxito en centralizar el control bajo el disfraz del "bien común" utilizando una crisis que todos sienten, después de fracasar con problemas que parecían distantes para muchos? Es una admisión de que su estrategia no se trata de resolver problemas para las personas, sino de resolver el problema de las personas para su agenda.