El mercado de Japón acaba de sufrir un golpe, cayendo cerca del 2.5%. Los inversores están claramente nerviosos por el gasto deficitario implacable del gobierno y si sus finanzas pueden mantenerse ahora que el Banco de Japón se está alejando de años de dinero fácil. Sumando presión, el BOJ señaló planes para deshacerse de aproximadamente ¥330 mil millones de ETFs por año. Aunque ese ritmo es menor de lo que algunos economistas proyectaron, subraya que el banco central ya no es el comprador constante de acciones que solía ser, eliminando otra capa de apoyo en un momento frágil. La deuda se ha acumulado a más del 250% del PIB, y con la inflación de vuelta en la imagen y el BOJ insinuando aumentos de tasas, los rendimientos han aumentado, poniendo aún más presión sobre los presupuestos gubernamentales y el sentimiento del mercado. La venta es un reflejo de esos riesgos estructurales más profundos, la demografía envejecida, los costos de interés en aumento y el limitado margen de maniobra en la política fiscal. También es una luz roja parpadeante para EE. UU., donde la deuda ya ha superado los $37 billones y los costos de interés están explotando. Si los responsables de políticas no se toman en serio los déficits, EE. UU. podría enfrentar su propio aumento en los rendimientos y la volatilidad. La experiencia de Japón muestra cuán rápido puede desmoronarse la confianza cuando se retrasa la reforma fiscal, y cómo los costos de endeudamiento más altos y las condiciones financieras más estrictas pueden convertirse en un lastre para el crecimiento a largo plazo.